EL
HACEDOR
Somos el río que
invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su
intangible curso
acarrea leones y montañas,
llorado amor, ceniza del
deleite,
insidiosa esperanza
interminable,
vastos nombres de imperios
que son polvo,
hexámetros del griego y
del romano,
lóbrego un mar bajo el
poder del alba,
el sueño, ese pregusto de
la muerte,
las armas y el guerrero,
monumentos,
las dos caras de Jano que
se ignoran,
los laberintos de marfil
que urden
las piezas de ajedrez en
el tablero,
la roja mano de Macbeth
que puede
ensangrentar los mares, la
secreta
labor de los relojes en la
sombra,
un incesante espejo que se
mira
en otro espejo y nadie
para verlos,
láminas en acero, letra
gótica,
una barra de azufre en un
armario,
pesadas campanadas del insomnio,
auroras y ponientes y
crepúsculos,
ecos, resaca, arena,
liquen, sueños.
Otra cosa no soy que esas
imágenes
que baraja el azar y
nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y
quebrantado,
he de labrar el verso
incorruptible
y (es mi deber) salvarme.
De:
La cifra (1981)
Jorge Luis Borges
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