John William Godward (1861-1922). Pintor inglés. |
La
primera metáfora es el río.
Las
grandes aguas. El cristal viviente
Que
guarda esas queridas maravillas
Que
fueron del Islam y que son tuyas
Y
mías hoy. El todopoderoso
Talismán
que también es un esclavo;
El
genio confinado en la vasija
De
cobre por el sello salomónico;
El
juramento de aquel rey que entrega
Su
reina de una noche a la justicia
De la
espada, la luna, que está sola;
Las
manos que se lavan con ceniza;
Los
viajes de Simbad, ese Odiseo
Urgido
por la sed de su aventura,
No
castigado por un dios; la lámpara;
Los
símbolos que anuncian a Rodrigo
La
conquista de España por los árabes;
El
simio que revela que es un hombre,
Jugando
al ajedrez; el rey leproso;
Las
altas caravanas; la montaña
De
piedra imán que hace estallar la nave;
El jeque
y la gacela; un orbe fluido
De
formas que varían como nubes,
Sujetas
al arbitrio del Destino
O del
Azar, que son la misma cosa:
El
mendigo que puede ser un ángel
Y la
caverna que se llama Sésamo.
La
segunda metáfora es la trama
De un
tapiz, que propone a la mirada
Un
caos de colores y de líneas
Irresponsables,
un azar y un vértigo,
Pero
un orden secreto lo gobierna.
Como
aquel otro sueño, el Universo,
El
Libro de las Noches está hecho
De
cifras tutelares y de hábitos:
Los
siete hermanos y los siete viajes,
Los
tres cadíes y los tres deseos
De
quien miró la Noche de las Noches,
La
negra cabellera enamorada
En
que el amante ve tres noches juntas,
Los
tres visires y los tres castigos,
Y
encima de las otras la primera
Y última
cifra del Señor; el Uno.
La
tercera metáfora es un sueño
Agarenos
y persas lo soñaron
En
los portales del velado Oriente
O en
vergeles que ahora son del polvo
Y
seguirán soñándolo los hombres
Hasta
el último fin de su jornada.
Como
en la paradoja del eleata,
El
sueño se disgrega en otro sueño
Y ése
en otro y en otros, que entretejen
Ociosos
un ocioso laberinto.
En el
libro está el Libro. Sin saberlo,
La
reina cuenta al rey la ya olvidada
Historia
de los dos. Arrebatados
Por
el tumulto de anteriores magias,
No
saben quiénes son. Siguen soñando.
La
cuarta es la metáfora de un mapa
De
esa región indefinida, el Tiempo,
De
cuanto miden las graduales sombras
Y el
perpetuo desgaste de los mármoles
Y los
pasos de las generaciones.
Todo.
La voz y el eco, lo que miran
Las
dos opuestas caras del Bifronte,
Mundos
de plata y mundos de oro rojo
Y la
larga vigilia de los astros.
Dicen
los árabes que nadie puede
Leer
hasta el fin el Libro de las Noches.
Las
Noches son el Tiempo, el que no duerme.
Sigue
leyendo mientras muere el día
Y
Shahrazad te contará tu historia.
De: Historia de la noche (1977)
Jorge Luis Borges
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