Un Blog de Elizabeth Conte Chassin-Trubert

sábado, 21 de enero de 2012

JUNIO, 1968




JUNIO, 1968





Autor desconocido. Librería Antiquaria, Trieste







EN la tarde de oro
o en una serenidad cuyo símbolo
podría ser la tarde de oro,
el hombre dispone los libros
en los anaqueles que aguardan
y siente el pergamino, el cuero, la tela
y el agrado que dan
la previsión de un hábito
y el establecimiento de un orden.
Stevenson y el otro escocés, Andrew Lang,
reanudarán aquí, de manera mágica,
la lenta discusión que interrumpieron
los mares y la muerte
y a Reyes no le degradará ciertamente
la cercanía de Virgilio.
(Ordenar bibliotecas es ejercer,
de un modo silencioso y modesto,
el arte de la crítica.)
El hombre que está ciego,
sabe que ya no podrá descifrar
los hermosos volúmenes que maneja
y que no le ayudarán a escribir
el libro que lo justificará ante los otros,
pero la tarde que es acaso de oro
sonríe ante el curioso destino
y siente esa felicidad peculiar
de las viejas cosas queridas.



De: Elogio de la sombra (1969)


Jorge Luis Borges

2 comentarios:

PASSOFINNO dijo...

Al leer a Don Jorge Luis Borges, me pasa lo mismo como cuando leo a Gonzalo Arango (Poeta fundador del Nadaismo). Aunque están en esquinas literarias opuestas, donde uno es un inquieto demiurgo creador de mundos paralelos y el otro un dios rebelde inconforme, siento que cada quien (aún después de muertos), escriben cada día mejor, tienen la virtud de Carlos Gardel, que también igual después de muerto, cada día canta mejor.

¡Excelente blog, es una maravilla! ¡saludos!

Elizabeth dijo...

Jorge Luis Borges es mi faro literario y en cuanto a Gonzalo Arango, precisamente mañana pienso publicarlo en Las Voces del Silencio, es un poeta que me ha cautivado.
¡Un abrazo!